Te mataré, lo juro.
Después de roto, arrastraré el carmín,
tan sucio,
por los tugurios más sombrios, donde
las sombras tiemblan como las cerillas
queriéndose apagar
del asco y la vergüenza.
Y te traeré hasta el día
para que el sol seque mis lágrmias torcidas,
te arrancaré collares y pulseras,
y dejaré en el anular derecho
una alianza
de cobre verde con el nombre de tu muerte.
Ningún hombre ha de acercarse así.
Te escupiré frente a tus padres y a tus hijos,
te arrancaré la ropa, trasquilaré tu cráneo.
Pero aún así vendrás desde el olvido,
hermosa y refulgente,
correcto el labio, lúbricos los bucles, todo honor,
dignísima e intacta,
y pintarás tu nombre, pequeño como el mundo
sobre los altos muros
que encierran a los hombres,
esos muros que son espina,
que son herida: la memoria.
Tan sólo te he tenido a tí.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
jueves, 27 de agosto de 2009
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