domingo, 30 de agosto de 2009

Canción desengañada sin poemas de amor

es hora
de recojer dolor.
Amargo fruto de la rama de vivir
o solo un cuarto rebosante
de una penumbra silenciosa.

Es hora
o la semilla se hundirá en la tierra.
Las hojas desgastadas y amarillas
también,
queda el estío.

Es hora, amor, de no mirarnos a los ojos
donde la savia
alimentaba blanca y espumosa
como se dice del deseo
el duro tronco ahora podrido del amor.

Pero también está vacío ya el deseo
y la saliva del recuerdo ya ha oxidado los alambres de su jaula,
mira como vuelan hacia sur,
partiéndose la alas,
hacia el calor distinto del olvido.

Es hora ya del golpe grave del invierno,
de mutilar un corazón engangrenado por el frío,
quizá hace mucho tiempo,
cuando del ecuador volvían aves sin noticia.

Es hora ya, lo sabe
este apetito de dolor saciado de mis huesos,
este vebo cansado
que no entibia en lecho
ni resucita.

Mas antes óyeme llamarte amor de nuevo,
tan solo desde la verdad y sin memoria,
entiende que es la hora y que mis ojos ya no lloran
porque no queda tiempo.

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