El sexo se volvió
asunto de tristeza,
pero miramos
las manchas de humedad en el papel
de la pared,
donde los estampados
alcanzan
los ángulos del techo con sus color antiguo
-así perdí tus ojos-
y les pusimos nombre:
caballo, silla, ángel, mesías...
para adoptar las menos melancólicas.
El tiempo las dejó crecer en primavera
y en el alfeízar
la misma lluvia rara
lloviéndose otra vez,
sacando blanda y negra la tierra de tus flores,
vecino silencioso asomándose a los cuerpos,
suicida
sin demasiada convicción.
Cuando el papel se despegaba descubrimos
que ayer ya era aquel mañana
y tarde
para la luz romántica de una lámpara de gas,
que el semen olía seco
pero nadie ya culpaba a sus ausencias
ni sus caprichos
brillando en el alcohol como un pequeño incendio,
como una fiera provocada.
Alguien se levantó en el cansancio de las seis.
Mirar las nubes:
aquella tiene la forma de la dignidad -dijiste-,
así es como me miras.
Después de aquello
tuvimos que pintar de verde la pared,
de muerte
y de esperanza,
del grito que callaba
el claro amor que te tenía,
el grito que llenaste con nuestros ramos blancos.
Recordarás que aquel mes
noscortaron la luz
y yo aprendí a encenderte velas.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
lunes, 18 de mayo de 2009
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