domingo, 10 de mayo de 2009

Recuerda el frío, porque puedo
latirte en medio del rosado inmenso de tu boca,
pero que tú no sepas
que fue el invierno quien estuvo aquí.

Recuerda la pasión violeta de las pieles
que aprenden a exhortar el grito oculto por la ropa.

Recuerda que existimos
porque los árboles dormían desnuditos,
como pequeños esqueletos de deseo en las ventanas
y porque
aquella habitación prestada nunca fue propensa
al duro amor que nos tuvimos.

Y ten presente que esto, alguna vez, habrá de parecerte
idiota,
alguna vez yo te quería.

Mas quién va a amortajar al viento y a acostarlo
el la pequeña caja de madera de los ojos del olvido.

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