lunes, 8 de junio de 2009

De cara a la pared, sin mis juguetes,
tan pronto en esta cama, cama-nube, cama-piedra,
sin música, televisor,
y sin salir.

Y llueve,
llueve a pesar de Junio.
Este perpetuo invierno se resiste,
y temo al sol como a los perros
-esos pobres famélicos
amaestrados
en la ferocidad-, los perros de la policía.

Joderse con que ya es de día,
pero respiro,
la luz obscena y amarilla que exhibe los licores,
el bar de siempre, el mal café.

Me sonreí frente al espejo,
me di mi propio voto
de confianza. La gente se camufla con las nubes,
por eso temo al sol,
por si nos hace desaparecer a todos.

El barrio está repleto de luces de automóviles.
Sonrío,
el juego sigue.

Y seamos sinceros,
es demasiado pronto para que este juego sea moral.

Perdón: mortal.

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